martes, septiembre 26, 2006

Viajar

Cerrar los ojos y viajar. Abrir los ojos y viajar.
Es de noche. Una aire suave acaricia el paisaje. Estar ahí ya es todo un privilegio.
Hay momentos que son mágicos porque sí (o bien no sé bien por qué). Es simplemente notar que estás en el lugar adecuado, en el momento justo. Cuando se escucha música y se detiene el tiempo a esperarte, a vos, que venis a tu ritmo y no al de él. Y es que cuando al fin, al fin lográs despegarte de ese apuro que te tiene persiguiendo al Dios de las agujas, entonces te das cuenta de que lo que vale la pena es el viaje. Viajar. Y de fondo música. Y un poco más en foco, una sonrisa, amplia como un océano.
Ser feliz porque sí (o bien no sé bien por qué).
Viajar siempre.


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miércoles, septiembre 20, 2006

Cartas

Los mails, los faxes, los celulares, los sms’s, las videoconferencias, Internet, los teléfonos, la mensajería instantánea… todos asesinos de cartas.

Cartas… ¿alguien todavía escribe cartas? Pensar que hubo una época de plumas y papeles, y tinta en un frasquito a la luz de una vela. Detenerse un momento a pensar, mirar por la ventana, volver a escribir meditando cada palabra para no tachar, para expresar lo que se quería decir, lo que se sentía y no cualquier otra nimiedad. Y las distancias, los recorridos, y el tiempo! Después de escribir empezaba el viaje. La carta tomaba sus cosas y se las echaba al hombro para empezar el largo recorrido que tal vez la llevaría a destino.

Extraño las cartas. Se extrañan. Y es que las cartas son más sinceras, más profundas que otros medios. Piensan antes de decir. Eligen las palabras y después sutilmente se dejan leer. Declaran un gran esmero, una preocupación, un interés hacia el destinatario. Pintan ciudades y sentimientos y miradas.

Peregrinas, errantes, incesantes, testarudas, leves, pesadas, románticas pero nunca indiferentes…
las cartas.

Dedicado a mis hermosas amigas (Lau y Bachi) que de cuando en cuando reviven la misteriosa ansiedad de encontrar un papel con destinatario. No se puede evitar sentir entonces un sutil romanticismo sepia.