sábado, mayo 01, 2010

Estado previo

Aunque me sumara todos los años que me hicieran falta para validar socialmente mi sorpresa ante las situacionaes mediáticas actuales, una vez sentado en el deslumbramiento objetivizado por la experiencia, supongo que querría decir lo mismo que ahora. Capaz un poco distinto. Capaz igual.

Me encuentro a menudo con una sensación de oraculezco tinte, en la que me repito que todo, todo esto, es simplemente una ansiedad del futuro respecto de la evolución humana. Me refiero particularmente a la necesidad del ser de saber. Saber todo (o dicho de otro modo: controlar). Y por transitividad, me refiero también a las herramientas que se inventan en pro de eliminar todo obstáculo que acompañe a la distancia.

En repetidas ocasiones ha arribado a los futuros literarios la consciencia que va más allá del límite del individuo, y le permite saber qué está pasando en otro lugar, qué está pensando otro ser (sin necesidad de externalizar las cosas a través de un lenguaje), qué siente una sociedad, etc.

Me da la impresión de que las tecnologías que inventamos están buscando fervorosamente llegar a ese estado de consciencia universal y unir todos los tentáculos del mundo con los pelos de tu cabeza, para que ya nunca te pierdas de nada, para que ya nunca nada quede a tu margen, para que no estés "aislado" (solo en tu isla), para... qué?

La cuestión es que no me resulta para nada extraño pensar en que eventualmente, la evolución que ahora estamos apurando con nuestros esfuerzos científicos se dará como sin querer con el correr del tiempo y seremos finalmente independientes de toda cosa, pero ya no independientes de nosotros mismos, que seremos un solo ente, todo interconectado, todo gestáltico como estamos tratando de ser ahora.

Sin embargo, en el estado previo en que estamos aprendiendo a convivir con el mundo a través de la información masiva, las herramientas de las que nos valemos se convierten de repente en irónicas alejadoras de las cercanías: estamos al tanto de todo lo que está lejos, pero ajenados de todo lo que nos rodea. Estamos más pendientes de los estímulos virtuales que de aquellos que chocan contra la piel nos abraza la carne.

Supongo que esto se debe casi por completo a la novedad que supone la posibilidad, y por ende al aprendizaje que deriva de la nueva experiencia. Pero espero que vayamos, por lo menos, vislumbrando la situación. Como para ir revivificando al "mundo que nos rodea", capaz ya sin dejar atrás el nuevo y por ahora más concurrido "mundo virtual".