jueves, marzo 08, 2007

(in) Decisiones

Hay momentos en la vida en que nos vemos entre la espada y la pared. Las bifurcaciones se presentan seguido en nuestros caminos y nada sucede cuando venimos a cierta velocidad y entonces estamos obligados a tomar rápidas decisiones que nos llevan invariablemente por uno u otro sendero. Pero mientras más lento caminamos, mientras más concientes somos de nuestros movimientos y nuestras acciones y más estipulamos y más pensamos, las decisiones empiezan a volverse infinitamente difíciles.

La incertidumbre nos paraliza, el terrible misterio que a veces resulta tan seductor, en estos momentos nos deja sentados frente a una encrucijada de sentimientos encontrados.

Tratamos de encontrar pistas, de ver un poco a lo lejos, pero sabemos que al fondo es un riesgo. Es un riesgo cambiar. El camino que parece continuar el sendero que venimos pisando lo conocemos. Sabemos sus defectos. Sabemos sus virtudes. El camino nuevo tiene un signo de interrogación en su mirada y de él sólo sabemos lo que la vista nos alcanza a decir. Intuimos sin embargo y no creo que este sea un detalle menor.

¿Debemos ser conservadores o arriesgados? ¿qué será mejor?


Es cierto que nunca se sabe a ciencia cierta la respuesta de estos enigmas que se nos cruzan a veces tan seguido en los corazones. Pero de algo estoy seguro: El miedo es el titánico enemigo de la felicidad.


No sigas tu camino de piedra por más callos que tengan tus pies. Si ves el pasto, corré hacia él.