miércoles, noviembre 26, 2008

Clarividencia

Y así, en pleno delirio, decide matarla.
Mentira:
Y así, en plena cordura, desea matarla.
Está expectante.
La idea le resulta placentera.
Más aún: necesaria.
Más aún: imperiosa.
Y entonces la busca.
Y entonces la encuentra.
Y en ese encuentro fugaz y eterno, la pasión le arrebata el cuerpo, y así comienza.
La destruye con ignorancia de Dios y con remembranza de esclavo.
La arremete contra la certidumbre en su simple e incertera existencia.
La desata con precisión infinita.
Y se da cuenta tarde, de que es demasiado tarde.
La sangre le corre por los brazos.
La emoción yace desecha en el piso.
El cristal que deslumbra y corta, ya no es tal.
Ahora es arena insulsa de mirada triste.
Y el asesino, atónito, se mira las manos.
Y ahora mira hacia sus adentros.
Y cuando siente lo que ve, llora.
Llora no por la muerte (o quizás sí, un poco)...
sino porque no pudo predecirse.

miércoles, septiembre 17, 2008

Pequeños milagros

Que se ve a lo lejos una lucecita que parece la esperanza, es cierto. Allá!!! allá donde uno no sabe bien si se ve o lo está viendo uno, que aunque es parecido no es igual.
De todas formas, no me importa.

Me centro en la lucecita horizontal, o vertical, u oblícua. ¿Cómo darle un sentido a este esférico puntito que me guiña el ojo de tanto en tanto? Como un faro en una canción. Como los latidos de un corazón vaivenezco.

Lo que importa es lo que es. Pero qué es lo que es, es difícil de saber! Entonces deduzco que lo que importa es lo que yo creo que es. Lo que uno cree que es. Después más adelante en la soga del tiempo, miraremos atrás, y si fue: bien; y si no: también.

La mente humana es un misterio, un poder. Contralarla, en consecuencia, tiene tintes de utopía. Como cualquier poder que no se ha entendido todavía. Como cualquier poder que ande por ahí, entendido y todo.

Agreguémosle a este combo la misticidad del alma y el sentimiento, y podemos concluir que somos seres realmente interesantes. Súmamente hábiles en las artimañas de complejizar. De teorizar. De abstraer.

Y aún así, de cuando en cuando pasan cosas simples.

Estas cositas.

Se ve una lucecita en el horizonte

Se escucha un faro en una canción

Pequeños milagritos de la vida

lunes, julio 21, 2008

Rutina

Inmortal

¿Qué necesidad de hacer otra vez lo mismo, de hacer el mismo café al llegar al trabajo... una y media de café, una de chocolate, dos de azúcar, agua, leche...?
Insoportable repetición repetitiva. Solución ideal a la creatividad. El ciclo que se retroalimenta de sí mismo.
Nunca entendí a la persona que busca ansiosamente un círculo para navegar. ¿Irse de vacaciones siempre al mismo lugar?¿comer milanesas con puré todos los lunes al mediodía?¿salir al mismo boliche todos los sábados?

Innombrable

Se me enredan las palabras para destituir tal costumbre. Para asesinar al incrédulo y perseverante intento de luz en la capa de sombra que proyecta el futuro.
Ese necesidad ilusa de alguna forma de clarividencia.
Esa cárcel donde se puede observar a la espontaneidad sentada, con una mano en forma de puño dejando descansar a un mentón resignado.

Perentoria

Y aún así, te clamo a gritos: oh Diosa de mis calumnias! extiéndeme una mano y conviérteme también en parte de tus víctimas! Tu existencia me resulta nefasta pero tu total ausencia me resulta destructiva.
Devuélvele sentido al héroe siendo villano presente. Dale un poco de caos (y en consecuencia, un poco de paz) a este desdichado universo que apenas si te recuerda.




viernes, junio 13, 2008

Ahí voy

Ahí voy.
Tambaleoso, pero voy.
Renguegando, pero voy.
Preguntista, pero voy.
Saltimbaqueante, pero voy.
Descubriente,
indaguero,
imperionil,
insinuoso,
altanista,
pianantés,
guitarrante,
cantarrista,
dibujero,
endulzoso y salsamero,
pero voy.

Y sí.

Soy yo.

Pero ahora lo tengo más claro.

jueves, mayo 22, 2008

Perdido

Que ganas de llorar a gritos
de gritar a cántaros
de cantar a golpes

Que ganas de tirarme al viento
de volar al vacío
de vaciar el alma

Que ganas de patear el cielo
de borrar las estrellas
de estrellarme en mi pecho

Qué ganas de saberme nada
de nadar contra el tiempo
de templar mi cordura

Y poder otra vez ser agua
y poder fluir con la mirada
y poder sonreir fresco

Y atentar contra la espada
que así,
desenfundada y triste
desgarradoramente lenta
va cortándome en pedazos grises
aullándole a la luna
que me mira y no ve nada

viernes, mayo 02, 2008

Don Juan de Marco

Escuché alguna vez la historia de Don Juan de Marco. Creo que se llamaba así aquel amante irresistible por el que toda mujer quedaba en estado de atónito enamoramiento, encantamiento, seducimiento. Me encantó.
Vi alguna vez una película de Don Juan de Marco. También me encantó.
No me acuerdo exactamente cómo era, pero la sensación que me causa el recuerdo es sumamente grata. Y no por la fantasía predilecta que puede causar. No por la personificación del ser amante sin fronteras y de agregarle al porte propio un encanto irrevocable, inesquivable, unívoco. No. Sino porque me quedó la sensación de que la felicidad es alcanzable en cualquier momento. ¿Por qué? Bueno, quizás si tenga que ver con la fantasía de Don Juan.
Demos por sentado que la felicidad es una dama. Para alcanzar la felicidad sólo bastaría encontrar la manera de desarrollar el encanto para enamorarla.
"Sólo". Está bien, es un decir. No digo que sea fácil. Pero ahí está Don Juan, que enamoraba a cualquier mujer, y entonces el había aprendido un cómo fascinante. Y entonces si uno pudiera aprenderlo podríamos enamorar a la señora felicidad, que tantas veces parece darse vuelta, hacerse desear, esquivarnos la mirada. Lo que sea. Podríamos. Y en consecuencia (aunque consecuencia suena a algo malo... podríamos sustituir este comienzo con un "Y por lo tanto") seríamos felices por los fines de los fines y los principios de los principios. Y en el medio habría miles de nudos. Pero todos de su mano.
Esto acaba de ocurrírseme. Hoy el recuerdo me asaltó sin excusas, y pensando en él escribo.
También arrebató el siguiente desvarío:
Y si Don Juan fuera el tiempo? En ese caso, las miles de posibilidades de desperdiciar o aprovechar el tiempo serían sus amantes. Y él, como siempre, iría saltando de cama en cama. Amante nómade. No se quedaría nunca quieto. Pero lo asombroso es que todas las posibilidades se habrían quedado satisfechas. Ninguna esperaría más de él que lo que dure su aparición efímera. Que el embelesamiento eterno que le regaló su instante.
Y ahí está. Lo romántico de lo utópico. Lo utópico de lo romántico. Desde aquella galaxia y bajando por un tubo larguísimo hasta nuestro horizonte podemos darnos cuenta de algo: quizás nunca seamos ni siquiera sombras del amante perfecto, aunque nos interese alcanzar todas las posibilidades. Quizás no podamos entender nunca el cómo que aprendió de Marco y embelesar para siempre a la felicidad, ni ser efímeros y eternos como el tiempo. Y quizás es porque estamos del lado equivocado del pensamiento. Apuntando en la dirección utópica de la fantasía. Tal vez lo que debiera interesarnos es que algunas veces en nuestra vida, alguna aunque sea, suceda algo que nos deje embelesados. Algo que, aunque dure un parpadeo, podamos conservar en un abrazo de memoria tan pero tan profundamente que al desnudarlo mucho tiempo después, nos devuelva el sentimiento sublime. La felicidad de saber que entre todas las personas del mundo, ese hecho, esa persona, ese instante, sólo nos hechizó a nosotros.

martes, marzo 11, 2008

Paseos mentales

La vida resulta un eterno signo de pregunta en el cual mirarse y reflejarse casi narcisísticamente (y eso más por mi inercia que por mi decisión muchas veces). Todo ese misterio resulta más que interesante, pero a veces, para cuando me di cuenta, estoy agobiado.
En esos momentos pienso que es posible poner la mente en blanco. Deshacerme. Desandarme. Irme hacia atrás caminando por mi historia como paseando, mirando sin sacar conclusiones.
Quizás paseando por la historia sin preguntarme incisivamente como suelo hacer, llegue a encontrar lo que busco cuando estoy consciente. Cuando estoy pendiente de los "por qué", al acecho de cualquier pista que me diga cómo, de un momento a otro, uno se convierte de pronto en lo que es, y deja de ser lo que fue.
Estos viajes muchas veces me atrapan pensando, cuál será el equilibrio entre esperar pacientemente al mejor estilo oriental (y sostener: todo llega a su debido tiempo), y buscar desesperadamente (pensando quizás: el que no busca, probablemente no encuentre)

Me di cuenta de que el aire está lleno de preguntas, aún cuando sólo quiero respirar. Siento los pulmones llenos de incógnitas y al expirar entiendo un poco más de todo lo que no entiendo.

Vaya uno a entenderse

jueves, febrero 14, 2008

Yo me mi conmigo. Delirios de la Vigilia

Desfiguradamente comienza la mente a figurarse detalles y posibilidades que de dónde salen, nunca sabré. El por qué a veces uno se queda despierto a la noche pensando invariablemente en la infinita variedad de opciones que ofrece la incertidumbre del mañana, del futuro, del después.. ¿quién lo sabe?
Y sin embargo ahí nos encontramos de pronto, con los ojos abiertos en la oscuridad, escudriñando las imágenes que nos inventa el vacío de luz. La simple intención de dejarnos desfallecer en los brazos de Morfeo se convierte en tarea épica, en guerra feroz de contradictorias espadas de aire, unas queriendo dormir, pero las más queriendo punzar en el signo pregunta hasta que duela preguntarse. ¿Y preguntarse qué? No importa, es la guerra el hecho particular. El sentirse uno queriéndose dar órdenes que la mente o el cuerpo (o el corazón) no quieren acatar. Yo diciéndome a , a la vez que yo diciéndome que no.
En estos estados de activo guerrillero de la vigilia, a veces me siento externo. Conversando conmigo. Tratando de convencerme de algo. Tratando de convencerme de algo! y ahí me pregunto (ya no se si al yo que le hablo con la mente, o a al yo que habla) dónde estoy? cómo es que si pienso algo tengo que argumentarme de manera razonable para poder aceptarlo? Tengo que conversarme y entenderme para poder aceptarme. Me resulta más impresionante aún al escribirlo.
Es verdad que los sueños son algo misterioso, a veces inexplicable y otras veces quizás más evidentes. Pero la vigilia, el estado previo en que aún estamos despiertos (aunque no sé si totalmente despiertos), me resulta mucho más fascinante.
En resumidas cuentas no se bien quién, si yo el que habla, o yo el que escucha, pero capaz que uno de los dos está loco.