miércoles, septiembre 17, 2008

Pequeños milagros

Que se ve a lo lejos una lucecita que parece la esperanza, es cierto. Allá!!! allá donde uno no sabe bien si se ve o lo está viendo uno, que aunque es parecido no es igual.
De todas formas, no me importa.

Me centro en la lucecita horizontal, o vertical, u oblícua. ¿Cómo darle un sentido a este esférico puntito que me guiña el ojo de tanto en tanto? Como un faro en una canción. Como los latidos de un corazón vaivenezco.

Lo que importa es lo que es. Pero qué es lo que es, es difícil de saber! Entonces deduzco que lo que importa es lo que yo creo que es. Lo que uno cree que es. Después más adelante en la soga del tiempo, miraremos atrás, y si fue: bien; y si no: también.

La mente humana es un misterio, un poder. Contralarla, en consecuencia, tiene tintes de utopía. Como cualquier poder que no se ha entendido todavía. Como cualquier poder que ande por ahí, entendido y todo.

Agreguémosle a este combo la misticidad del alma y el sentimiento, y podemos concluir que somos seres realmente interesantes. Súmamente hábiles en las artimañas de complejizar. De teorizar. De abstraer.

Y aún así, de cuando en cuando pasan cosas simples.

Estas cositas.

Se ve una lucecita en el horizonte

Se escucha un faro en una canción

Pequeños milagritos de la vida