Es de noche. Una aire suave acaricia el paisaje. Estar ahí ya es todo un privilegio.
Hay momentos que son mágicos porque sí (o bien no sé bien por qué). Es simplemente notar que estás en el lugar adecuado, en el momento justo. Cuando se escucha música y se detiene el tiempo a esperarte, a vos, que venis a tu ritmo y no al de él. Y es que cuando al fin, al fin lográs despegarte de ese apuro que te tiene persiguiendo al Dios de las agujas, entonces te das cuenta de que lo que vale la pena es el viaje. Viajar. Y de fondo música. Y un poco más en foco, una sonrisa, amplia como un océano.
Ser feliz porque sí (o bien no sé bien por qué).
Viajar siempre.