viernes, mayo 02, 2008

Don Juan de Marco

Escuché alguna vez la historia de Don Juan de Marco. Creo que se llamaba así aquel amante irresistible por el que toda mujer quedaba en estado de atónito enamoramiento, encantamiento, seducimiento. Me encantó.
Vi alguna vez una película de Don Juan de Marco. También me encantó.
No me acuerdo exactamente cómo era, pero la sensación que me causa el recuerdo es sumamente grata. Y no por la fantasía predilecta que puede causar. No por la personificación del ser amante sin fronteras y de agregarle al porte propio un encanto irrevocable, inesquivable, unívoco. No. Sino porque me quedó la sensación de que la felicidad es alcanzable en cualquier momento. ¿Por qué? Bueno, quizás si tenga que ver con la fantasía de Don Juan.
Demos por sentado que la felicidad es una dama. Para alcanzar la felicidad sólo bastaría encontrar la manera de desarrollar el encanto para enamorarla.
"Sólo". Está bien, es un decir. No digo que sea fácil. Pero ahí está Don Juan, que enamoraba a cualquier mujer, y entonces el había aprendido un cómo fascinante. Y entonces si uno pudiera aprenderlo podríamos enamorar a la señora felicidad, que tantas veces parece darse vuelta, hacerse desear, esquivarnos la mirada. Lo que sea. Podríamos. Y en consecuencia (aunque consecuencia suena a algo malo... podríamos sustituir este comienzo con un "Y por lo tanto") seríamos felices por los fines de los fines y los principios de los principios. Y en el medio habría miles de nudos. Pero todos de su mano.
Esto acaba de ocurrírseme. Hoy el recuerdo me asaltó sin excusas, y pensando en él escribo.
También arrebató el siguiente desvarío:
Y si Don Juan fuera el tiempo? En ese caso, las miles de posibilidades de desperdiciar o aprovechar el tiempo serían sus amantes. Y él, como siempre, iría saltando de cama en cama. Amante nómade. No se quedaría nunca quieto. Pero lo asombroso es que todas las posibilidades se habrían quedado satisfechas. Ninguna esperaría más de él que lo que dure su aparición efímera. Que el embelesamiento eterno que le regaló su instante.
Y ahí está. Lo romántico de lo utópico. Lo utópico de lo romántico. Desde aquella galaxia y bajando por un tubo larguísimo hasta nuestro horizonte podemos darnos cuenta de algo: quizás nunca seamos ni siquiera sombras del amante perfecto, aunque nos interese alcanzar todas las posibilidades. Quizás no podamos entender nunca el cómo que aprendió de Marco y embelesar para siempre a la felicidad, ni ser efímeros y eternos como el tiempo. Y quizás es porque estamos del lado equivocado del pensamiento. Apuntando en la dirección utópica de la fantasía. Tal vez lo que debiera interesarnos es que algunas veces en nuestra vida, alguna aunque sea, suceda algo que nos deje embelesados. Algo que, aunque dure un parpadeo, podamos conservar en un abrazo de memoria tan pero tan profundamente que al desnudarlo mucho tiempo después, nos devuelva el sentimiento sublime. La felicidad de saber que entre todas las personas del mundo, ese hecho, esa persona, ese instante, sólo nos hechizó a nosotros.

6 comentarios:

Alumbral dijo...

Si de metáforas hablamos podríamos limpiar de toda sustancia y ver cuál es el paralelo que nos envía como una flecha a la estrella en que acumulamos como figuritas nuestras imágenes de la felicidad: cuál parece ser la maestría deseable de Don Juan, la ausencia de límites, poder enarmorar a la mujer que sea: el acceso irrestringido. Pero no es el hecho la felicidad, es la idea. Don Juan no see enamoró él hasta encontrar por quién sentirse limitado, por quién tener deseos de libertad: si, como dice Jorgito, lo patético de los dioses es saberse infinitos, he ahí lo precioso del hormbre: saber que cada instante, cada imagen, recuerdo sentimiento, cada grano que conforma su vida es precioso porque es único: esa muerte de cada limitración que nos regala la vida. Es en la ilusión, en el desear la divinidad, en el desear ser Juan de Marco en que sentimos la cosquilla (bueno, personalmente no deseo la entrega de todas las mujeres,jaja con un sólo hombre me basta), es el punto ambiguo de la metáfora, la intersección entre lo particular y su apertura al infinito, el punto entre el sueño y la vigilia, lo único y eterno de este instante que ya está dejando de ser...
Un gusto dirigir el río del tiempo por estas playas, como siempre...

tan versátil como acústica dijo...

viene al caso la historia del gato que perseguía su cola para encontrar la felicidad, y que la encontraba en esa precisa búsqueda. la felicidad, de alguna manera, es ese viaje.

Berenjena Voladora dijo...

Curioso, pero todo lo humano se eterniza, precisamente, cuando se particulariza....
Es cierto, estamos siempre del lado equivocado del pensamiento...
Es lo personalisimamente de uno y único lo que sobrevive (en uno) por los mentirosos tiempos de los tiempos...y eso basta

Las puertas de mi verdulería están totalmente abiertas para que pases cuando gustes!, todo un Honor!.

Gracias por permitirme ser parte de tu profundo vuelo sináptico :-)

Besos desde el berenjenal!

ces dijo...

yo creo que siempre esta la puerta abierta hacia la felicidad, si nos ponemos a mirar, como usted dice, esos tesoros que nos hechizan...
y seguramente vamos a ver muchos,
porque la vida tan compleja como parace, la misma que muchas veces nos golpea en la cara, tambien es la que nos regala maravillas cada dos por tres.
la felicidad es como un brillito en los ojos, que nos ayuda a ver todo mas bello.
el hombre, si, el hombre siempre quiere mas, siempre ese deseo de tener el todo, lo eterno, mucho y mas... quiza, alguna vez se de cuenta de que lo simple tambien hace feliz, de que las pequeñas cosas esconden grandezas, y que los instantes no se mueren nunca, se llevan en los recuerdos...

un abrazo enorme para vos!

Mayanimacaná dijo...

Querido mío: pues mire ud. que me ha hecho feliz.
Sí, así es, porque me ha inducido a sumergirme en la historia de mi vida, repasarla, revisarla y recordala, aún porciones bien recónditas. Y resulta que mi memoria parece haber abrazado algunos instantes... pequeñísimos... pero eternos y al revivirlos...qué hermosura!

Se lo debo.

desnuda y con sombrilla dijo...

lo romantico de lo efimero
tiene fuerza.

para un Don Juan Tiempo que no puede simplemente permanecer, la forma de ser feliz y dar felicidad aparentemente esta en lo romantico de lo efimero, lo eterno de lo unico, lo autentico de la cohrencia, en ser.

o encontrar al fin
una chica Almodovar tal vez


saaaludos manito!